¿Sabéis lo que es irse a cenar con dolor de muelas? ¿No? Pues os lo digo yo: horrible. Eso es lo que es. Tenía una cena organizada con unos amigos desde hacía más de dos semanas para este pasado fin de semana en nuestro restaurante de tapas favorito y el mismo sábado por la mañana empezó a dolerme la muela. Me tomé de todo pero la cosa fue a peor y acabé en esta clínica dental de Albacete. Como es lógico me revisaron, dieron con el problema y resulta que para solucionarlo iba a necesitar una endodoncia así que me dieron calmantes y me dieron cita para hoy, martes, porque el lunes el endodoncista tenía la consulta llena.
Y vosotros pensaréis que me quedé en casa comiendo puré ¿no? Pues de eso nada. No podía dejar tirados a mis amigos después de dos semanas, además, que me apetecía mucho ir. Así que me armé de valor, cogí a mi novia y a mi chaqueta y salí de casa como un campeón. Al tercer bocado estaba ya que me moría, pero ni una lágrima. No solté ni una pequeña lagrimilla a pesar de las ganas que tenía de ponerme a llorar como un niño y abrazarme a novia para poder meter la cara en su cuello. Pero no, me comporté y aguanté estoicamente toda la cena.
Lo que más me dolió fue pagar 50 euros por pareja porque no disfrute absolutamente de nada. Vamos, que no fue horrible, fue lo siguiente a eso que no sé qué es… ¿horrendo? ¿horroroso? No sé.
Para los que no lo sepan la endodoncia es un tratamiento de terapia practicada en la pulpa dentaria de un diente. Consiste en la extirpación parcial o la extirpación total del nervio-arteria-vena y se aplica en las piezas dentales fracturadas, en las caries muy profundas o lesionadas y en los sientes con pulpitis. Por lo visto no las puede hacer cualquier dentista, tiene que ser un cirujano endodoncista porque es una técnica muy específica.
El caso es que me he tirado dos horas de reloj en la consulta y ahora mismo no me duele nada, pero claro, es que estoy dopado hasta la médula. Vamos, que si ahora mismo me caigo y rompo una pierna seguro que no me duele porque llevo antiinflamatorios y pastillas para el dolor enchufadas en vena.
Sea como sea no os aconsejo que vayáis de cena o comida a ningún sitio con dolor de muelas, o dientes, lo que sea, porque no sabéis hasta qué punto podéis pasarlo mal. Y encima, si no quieres quedar como un quejica, te toca estar aguantando el dolor sin decir ni mu. Vamos, que no lo recomiendo. No lo hagáis, never, jamás de los jamases.