Camino por la Gran Vía de les Corts Catalanes una mañana de lunes cualquiera busco un bar, necesito un café con algo de comer con urgencia. Por las prisas, no he desayunado en casa y tengo que parar a comer algo. Cuando entro en el primer bar que me inspira calidez y confianza me siento y pido mi desayuno. Entonces, me fijo en una maniobra publicitaria de dos empresas dispares, que nunca se me habría ocurrido. Esta cadena de Spa en Barcelona y el bar en el que me encuentro se han unido para llevar a cabo una promoción: por la décima caña que el camarero del bar te selle en una cartilla de fidelización, el spa te regalará el pase de tu acompañante. Es decir, si acudes diez veces a ese bar, después puedes ir a relajarte junto a tu pareja, incluso regalarle un rato de tranquilidad, o junto a tu mejor amigo y que a los dos os salga a la mitad de precio, o lo que quieras.
Nunca habría pensado que un bar y un centro de spa pudiesen ofertar algo juntos, pero ahí está: la prueba de que el marketing y la publicidad no tiene límites. Me imagino cómo sería la propuesta de colaboración. Y si existirán otras distintas. Seguramente el dueño del bar y el regente de la franquicia se conociesen y pensasen en que era una buena manera de implantar una cierta fidelización al cliente. Y seguramente el resultado sea óptimo y beneficioso para ambos. La propuesta me hace pensar en la posibilidad de mejorar. Siempre hay algo en lo que nadie, o muy pocos, han pensado. Siempre existe un resquicio en el que colarse para llevar a cabo una acción de publicidad destinada a la fidelización del cliente. Todo depende del ingenio y de las ganas de innovar de cara al público.
Es evidente que, en los últimos años, el sector servicios ha experimentado una importante caída en el consumo. Los bares y restaurantes, como no podía ser de otra forma, también han sufrido las consecuencias de este descenso. Sin embargo, el negocio de los bares es un mercado que necesita de una dinamización mucho mayor y de movimientos por parte de los dueños, empresarios y/o trabajadores. Después de varios años en caída, no obstante, los datos parecen indicar que, por primera vez en años, el consumo fuera del hogar pueda crecer en los próximos meses, según informa la consultora Nielsen. Pero todavía existe cierta contención del gasto, sobre todo del considerado “gasto innecesario”, por así decirlo. La crisis ha llevado, en muchos casos por obligación, en otros por mera prevención, a controlar mucho en qué gastamos el dinero. En la última década hay una reducción del gasto, pero fundamentalmente un mayor control de hacia dónde parte el dinero que sale de nuestro bolsillo. Ya no ocurre como ocurría antes, que podíamos salir a tomar algo y acabar gastando en un día lo que ahora a lo mejor gastamos en una semana. Los tiempos han cambiado, pero las dinámicas de consumo también.
Y, evidentemente, algunas de las empresas más afectadas por estas modificaciones de los patrones de gasto son los bares. Es el motivo de que muchos empiecen a buscar promociones como la que abría este artículo. A las diez consumiciones, promoción, ya sea interna (un desayuno gratis) o externa (la segunda entrada al spa será gratis). Es una forma de seguir estando en la brecha, de que el consumidor siga optando por acudir asiduamente a nuestro bar, aunque sea por completar la tarjeta y llevarse el “regalo”. En tiempos de menor capacidad económica, hay que agudizar el ingenio y no venirse abajo. ¿Vendrán tiempos mejores? Probablemente. O seguramente, más bien, pero mientras tanto hay que sacar la cabeza y sobrevivir al temporal. En este sentido, además de la bajada de precios, notable también en el sector, que ahora oferta combinados de caña y tapa o desayunos completos a un precio que antes era inusual, existen este tipo de promociones, descuentos y técnicas de fidelización que no son otra cosa que el marketing de estas pequeñas empresas. El termómetro de nuestro país, por otra parte, está en los bares. Si funcionan, funcionamos.