Para muchas personas la gastronomía es una ciencia, es decir, cualquier persona con ciertas dotes puede seguir una receta y obtener un resultado igual o similar al de otro. Esto es cierto en la repostería, que si te alejas de la receta puedes echar un postre delicioso, aunque esto no es motivo para tirarse de los pelos, pues nadie nace aprendido.
La realidad es que la gastronomía no es una ciencia, para nada lo es. Y esto es algo que aprendí de mi padre, ya que sufrí en mis carnes las preciosas mañanas de los fines de semana realizando la comida para toda la familia. Mi padre es un cocinero bastante bueno en su trabajo, capaz de dar rienda suelta a su creatividad a través de la gastronomía.
Precisamente, la creatividad es el elemento diferenciador de la cocina, lo que la hace avanzar y crear nuevos sabores y texturas que llevarse a la boca. Aunque por su puesto no siempre se puede ser creativo, pues hay algunos platos que están deliciosos y no hay que complicarse la vida para hacerlos. Y tampoco se puede ser creativo en los restaurantes “de batalla” de las zonas turísticas de costa, en los que por cierto a veces se pueden ver detalles interesantes.
En cualquier caso, la creatividad en la cocina es algo que se ha valorado mucho últimamente, ya que la manera de interpretar un alimento concreto es bastante impresionante. Más aún cuando tenemos en nuestro país grandes ejemplos de chefs de fama mundial que se exprimen los cerebros para nuevos platos. De hecho, es bien conocido que Ferran Adriá trabajaba en el Bullí con un químico para conseguir nuevas maneras de reinventar la cocina.
Llegados a este punto tenemos que tratar un tema bastante interesante, el de las pizarras. Hace unos años que la pizarra se viene utilizando en hostelería a modo de tabla donde presentar los alimentos. Esto es algo que resulta bastante interesante por el contraste que genera, pero tiene sus partes positivas y negativas.
La pizarra le da a la presentación de los platos un toque moderno, pues empezaron utilizándolas los grandes chef, y da un toque de diferenciación con respecto al plato blanco tradicional. Pero lo cierto es que tiene muchos detractores por el hecho de que hay algunos chefs que se empeñan en presentar platos que no se pueden comer con facilidad en pizarra. Son incómodas de servir en mesa, y muchos camareros la odian, por el hecho de que a la hora de retirar los platos es difícil debido a que es plana por todos sus lados. Y por último, la pizarra natural es un material frágil cuando se utiliza en hostelería, y si reciben un golpe seco fuerte se rompen, algo que suele pasar en las cocinas debido al estrés.
La pizarra es una moda gastronómica, su verdadero uso es en las casas
Llegados a este punto, debemos recordar que el uso tradicional de la pizarra no es en la cocina por mucho que se quiera normalizar, es en los tejados de las casas. La pizarra es un material que se lleva utilizando en los tejados desde hace cientos de años debido a sus características naturales.
La pizarra es un material que proviene de la naturaleza, y que tiene unas propiedades bastante interesantes para utilizarse en los tejados. Quizá la más conocida es su dureza y durabilidad, aspectos realmente importantes a la hora de elegir entre una teja tradicional y pizarra. Además, la pizarra tiene una resistencia excelente a los cambios térmicos, configurándose como un material de referencia en climas fríos en los que el buen estado de los tejados es importante para pasar los fríos inviernos.
Pero hay que destacar que no todas las pizarras son iguales, ya que las características son mejores en unos tipos de pizarra que en otros. Para no fallar con la elección, te recomendamos que acudas a empresas con una larga tradición comercializando pizarra. El ejemplo más claro de empresa especializada en pizarra es Pizarras y Derivados, que lleva tres generaciones seleccionando y comercializando pizarra española de mejor calidad, beneficiándose de una gran experiencia y profesionalidad, que les ha llevado a más de veinte países.