Los mejores consejos para decorar tu bar y que sobresalga entre la competencia

bar

Si alguien me lo hubiera dicho hace un par de años, no me lo habría creído. Toda mi vida he tenido este bar, un sitio sencillo, ese típico bar de los café con leche por la mañana y caña al mediodía, con clientela fiel y sin muchas complicaciones. Nunca me planteé cambiar nada, porque funcionaba. Siempre decía esa palabra. Funcionaba. Pero ahora, viendo lo que ha hecho mi hija desde que se lo traspasé, tengo que decir que estaba equivocada.

No voy a hablarte desde la teoría, porque no soy decoradora ni diseñadora. Soy una mujer de casi 70 años que ha trabajado durante décadas en un bar y que ha aprendido, a base de ver, escuchar y vivir, que hay pequeños detalles que pueden ser relevantes para conseguir mucho más. Pero mi hija se asesoró con ciertas empresas, como Decoraziona, que venden productos de decoración de gran calidad, y estos le ofrecieron valiosísimos consejos que ella aprovechó y que lograron que el local no solo se viese mejor… sino que atrajese a más gente.

 

Consejos para que tu restaurante sea mejor que el de la competencia… ¡Garantizado!

  1. Las cortinas, ese cambio tan simple que lo transforma todo

Toda la vida tuve las típicas cortinas de visillo blanco, de las que se lavan cada seis meses y se ponen con alfileres si se descosen. Ni me planteaba que eso pudiera afectar a cómo se veía el bar. Para mí, era lo normal. Pero mi hija, que tiene muy buen ojo y se informa de todo, decidió cambiarlas por unas cortinas de lino natural, color crudo, con una caída suave y sujetas con unos anillos sencillos que le dan un aire limpio y moderno.

Parecía una tontería, pero, en cuanto las puso, el espacio se iluminó. No exagero. De repente, las ventanas parecían más grandes, la luz entraba de forma más cálida y el bar tenía un aire como más fresco. Y eso que son solo unas cortinas.

Después, en la zona del comedor, que antes tenía cortinas más oscuras para que no diera tanto el sol, puso estores enrollables translúcidos. Lo bueno de estos estores es que dejan pasar la luz, pero sin deslumbrar demasiado. Y además, son muy fáciles de limpiar. Ahora el comedor parece otro. La gente se queda más tiempo, y muchos incluso hacen fotos para subirlas a internet. Antes nadie hacía eso.

Mi consejo, de señora que ha pasado toda la vida con el trapo en la mano: cambia las cortinas. Elige tejidos claros, naturales, con buena caída. No pongas cosas recargadas ni muy estampadas si el sitio no lo pide. Y si tienes ventanas pequeñas, mejor estores. Ocupan menos espacio, se limpian mucho más fácil y dan una sensación de orden que antes yo no valoraba.

 

  1. Papeles de pared, ese el toque que nunca me atreví a dar

Otra cosa que me dejó con la boca abierta fue cuando mi hija me dijo que iba a empapelar una de las paredes. Yo le dije que no lo veía, que eso era muy moderno, que con pintar bastaba. Menos mal que no me hizo caso.

En vez de poner papel por todas partes, eligió una sola pared, la que está detrás de la barra. Eligió un papel de pared con textura, en tonos tierra, con un dibujo que recuerda a las fibras naturales. Nada estridente. Y te digo una cosa: cambia completamente la percepción del espacio. Ahora, cuando entras, la vista se va hacia allí, y da una sensación de calidez y estilo que antes no había.

Después, puso otro papel en la entrada del baño, esta vez con un estampado de hojas grandes, pero en tonos suaves. Es una zona que antes nadie miraba, y ahora todo el mundo dice que es original. Parece mentira que algo tan simple como un papel de pared cambie tanto la percepción.

Piensa bien en esto: no hace falta empapelarlo todo. Elige una o dos paredes, según el tamaño del local, y busca un papel que encaje con la personalidad que quieres transmitir. Si es un bar moderno, quizás algo geométrico. Si es rústico, texturas que imiten piedra, madera o fibras. Y si es más vintage, flores, hojas o incluso papeles envejecidos.

 

  1. Combina bien los elementos

Yo antes no entendía de esto, pero ahora que lo veo hecho, me doy cuenta de que no se trata solo de cambiar una cosa. Mi hija, por ejemplo, eligió un papel de pared, unas cortinas y unos estores que van en la misma gama de colores. Todo está dentro de los tonos tierra, beige, verde oliva y blanco roto. No hay colores chillones ni mezclas raras. Eso hace que el sitio se vea armonioso, y aunque no sepas por qué, te sientes a gusto.

Me decía el otro día una clienta de las de toda la vida: “Ay, Manuela, no sé qué tiene esto ahora, pero apetece venir”. Y yo creo que es eso: todo encaja. No hay nada fuera de lugar. Eso, antes, yo no lo pensaba. Tenía un cuadro aquí, otro allá, una lámpara de hace veinte años… y no pasaba nada. Pero ahora entiendo que la decoración no es solo para que se vea bonito, sino para que la gente se sienta bien.

 

  1. Lo práctico también cuenta

Esto lo aprendí a las malas. Cuando eliges cortinas o papeles de pared, hay que pensar también en lo práctico. El bar es un sitio donde se ensucia, donde hay grasa, vapor, polvo… No puedes poner cosas delicadas que no se puedan limpiar.

Mi hija fue lista. Eligió estores de poliéster resistente, que se limpian con un paño húmedo. Y los papeles de pared son vinílicos, que también se pueden pasar con un trapo. Incluso hay unos que imitan tejidos, pero se pueden lavar. Esos son ideales. Quedan preciosos y no tienes que preocuparte cada vez que alguien roza la pared con la chaqueta.

Las cortinas, como te decía, son de lino, pero tratadas para que no cojan tanto polvo. Y en la zona más cercana a la cocina, ni cortinas ni estores: puso un cristal esmerilado que da intimidad pero no se ensucia.

 

  1. Cambiar el ambiente sin obras

Otro punto a favor de este tipo de cambios es que no necesitas hacer obras. Antes, si querías cambiar algo del bar, te metías en un lío de polvo, escombros y permisos. Pero con cortinas nuevas, estores modernos y papeles de pared, el cambio es casi inmediato. En un par de días, lo tienes todo listo y parece otro sitio completamente nuevo.

Eso para mí ha sido un descubrimiento. Porque, claro, ya no tengo edad para estar haciendo obras, la verdad. Pero ver cómo mi hija ha transformado el bar con tan poco tiempo y tan pocas obras, me ha hecho pensar en todas las oportunidades que yo dejé pasar por miedo a hacer un cambio.

 

  1. El detalle que engancha al cliente

Una cosa más que me ha sorprendido mucho. Desde que hicimos estos cambios, la gente hace muchas más fotos. A las ventanas, a la pared empapelada, a los rincones decorados… Y esas fotos acaban en redes sociales. Yo antes no entendía nada de eso, pero ahora me doy cuenta de que es publicidad gratuita. Si tu local es bonito, la gente lo enseña. Y si lo enseñan, otros vienen a verlo. Así de simple.

Además, las cortinas, los estores y el papel de pared no solo decoran: aportan personalidad. Dicen mucho de quién lleva el local. La gente nota si hay cariño en los detalles. Y cuando lo hay, repiten.

 

  1. Consejos prácticos para acertar

Por si te estás planteando hacer algo parecido, te dejo aquí lo que he aprendido, por si te sirve:

  • Elige bien los colores. Mejor tonos neutros, suaves, que no cansen.
  • Combina materiales. Cortinas de tela, estores más funcionales, papeles de pared con textura.
  • Piensa en el mantenimiento. Que todo sea fácil de limpiar.
  • No recargues. A veces, menos es más.
  • Cuida la armonía del conjunto. Todo debe hablar el mismo idioma.

Y sobre todo, no tengas miedo a cambiar. Yo tardé 40 años en hacerlo. Y ahora me doy cuenta de que tenía que haberme atrevido antes.

 

Es lo mismo… y, al mismo tiempo, es totalmente diferente

Ahora, el bar sigue siendo el bar de siempre, pero con otro aire distinto. Un aire fresco, acogedor, donde da gusto sentarse y pasar el rato. Y no solo porque la comida siga siendo buena o el café siga saliendo como debe. También porque ahora, simplemente, apetece estar. Y eso, al final, es lo que hace que un bar sobresalga entre la competencia.

Espero que te sirva mi experiencia. O, más bien, la de mi hija. Porque nunca es tarde para mejorar lo que ya funciona. A veces, un simple cambio de cortinas puede abrirte la puerta a un nuevo comienzo. A mí me ha pasado. Y no sabes lo feliz que me hace ver el bar lleno, con gente sonriendo, comentando lo bonito que está todo… y sabiendo que, aunque el cambio lo hizo mi hija, el alma del sitio sigue siendo la misma.

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