Un mini restaurante de alto standing

Hace unos meses me hablaron de un pequeño restaurante que estaba teniendo muchísimo éxito en la ciudad con tan sólo tres meses que lleva abierto, y cuando digo pequeño me refiero a que es pequeño de verdad. Sólo tienen cinco mesas y no hay carta abierta, sólo un menú por noche al que deben amoldarse todos los comensales.

Conseguir reserva entresemana está complicado pero no es imposible, intentar conseguir mesa en viernes, sábado o domingo es toda una odisea. Sin embargo, mi interés por cenar allí una noche no era por ocio ni por tener una cena romántica sino que tenía un interés puramente profesional y, por eso, pedí reserva para un martes cualquiera.

Cuando llegué allí me asombré al comprobar que se trataba de la típica tasca granaina, sólo que la única sala que tenían era diminuta y todo estaba perfectamente cuidado. Las tapas eran las típicas que podemos encontrar en cualquier taberna de Granada pero las servían con sumo cuidado y elegancia. Esa noche el menú constó de: patatas bravas servidas en gofre, boquerones en vinagre sobre una cama de papas con salsa verde deconstruida, chorizitos a la sidra, magro con tomate y brownie de chocolate con helado de vainilla.

Todo estaba exquisito y la atención era increíble. Había dos camareros para las cinco mesas y estaban atentos a cualquier movimiento que pudiéramos hacer. No es barato, por supuesto. Pagar tal atención y esa intimidad no es para todos los días, pero me pareció un sitio realmente interesante así que no pude reprimir mi interés y pedí hablar con el chef o el dueño del restaurante si es que se encontraba allí. Tuve suerte y hablé con el propietario, un chaval de 28 años que tiene las ideas muy claras y un afán emprendedor impresionante.

Me contó que había comprado el local siendo un cuchitril diminuto. Por lo visto, antes era una tasca que servía cuatro cervezas al día y poco más, por eso le salió muy económico. La cocina, según me comentó, es igual de diminuta que la sala. pero para lo que él pretendía hacer le sobraba, así que tiró todo abajo y reformó el local entero con ayuda de esta empresa de reformas en Granada. Puso lo mejor de lo mejor y luego, como el espacio de almacenaje era mínimo y eso sí que podía ser un problema, contrató los servicios de Armarios Sidón, quien construyó estos armarios empotrados en la zona donde antes estaba la barra de la tasca.

Hay que ser realistas

El chaval es consciente de que aunque cobra el menú a 45 euros por persona, gana unos 90 euros por mesa y noche (contando con que siga llenando el local como hasta ahora), lo que se traduce en 450 euros diarios de los que la mitad se va en productos y casi 100 euros más en pagar el crédito que cogió para comprar y reformar el local. Al final sólo gana limpios unos 150 euros diarios cuando llena que al mes son 4500 euros.

Puede parecer mucho dinero pero yo, que trabajo en este mundo, sé que no es así. El mes que no llene el local ganará la mitad, 2000 euros, pero seguirá teniendo que pagar a sus dos camareros (uno si tiene pocas mesas) y al chef por lo que se llevará a casa 0 euros.

Sin embargo, él piensa que si consigue montar tres o cuatro negocios similares y los mueve en diferentes sectores, conseguirá la red de empresas que está buscando montar. Su idea es enfocar un par de restaurantes a los fines de semana, para cenas románticas en pareja y cosas así, y otros tantos enfocarlos a cenas de empresa para cerrar contratos en petit comité.

No sé por qué me dio esa sensación pero creo que este chico va a tener mucho éxito porque sabe lo que quiere conseguir y tiene una visión empresarial muy realista así que, con tiempo y algo de ayuda, puede que estemos ante un nuevo empresario granadino de alto standing.

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