El arte de la gastronomía

El ser humano es sibarita, se trata a sí mismo con mucho gusto y refinamiento, es decir, selecciona muy bien sus actividades y, por supuesto, alimentación. Sobre todo en cuestiones meramente sociales. No es lo mismo hacerse la comida para llevarla en el tuper al trabajo, que elaborar complejos platos para ofrecer a los invitados. Del mismo modo que, cuando se acude a un buen restaurante, se espera degustar lo más sofisticado, al menos en según qué ámbitos.

En lo relativo a la gastronomía, el buen comer es como visitar una galería de arte o un museo: pasearse por un universo de sabores, texturas, aromas y presentaciones que embargan los sentidos. Como si de una autentica obra de arte se tratara, observar algunos platos de la gastronomía, implica sumergirse en la mente del artista, en este particular, el chef.

De lo que nace una estrecha relación que fusiona, arte y gastronomía haciendo que ambas disciplinas, aumenten su potencial y proporcionen experiencias sensoriales y sensitivas del máximo nivel. Nada como degustar un buen plato, sumergido en un entorno decorado con máximo gusto, donde impera el arte. Cuadros acordes con la gastronomía, esculturas embelleciendo el espacio o cualquiera de los elementos artísticos de los que se vale el diseño.

Siendo así, no es de extrañar que arte y gastronomía vayan de la mano en numerosas ocasiones. Esta relación se basa en la capacidad de uno y otro para evocar emociones, contar historias y conectar a las personas con diferentes culturas ofreciendo una gran experiencia. Del mismo modo que hace el arte, la gastronomía hace uso de una variada y extensa paleta de colores, jugando con las texturas y sabores para crear obras, exquisitas, capaces de despertar los cinco sentidos. Ambas son formas de expresión que comparte un proceso creativo semejante: transformar la materia prima en algo que va más allá de su origen, lo que invita a una reflexión y a disfrutar a nivel estético y sensorial.

Un arte para disfrutar

Aquellos que han estudiado cocina o pastelería, en mayor o menor medida, sabrán que suele impartirse entre las asignaturas obligatorias, alguna relacionada con el arte o el dibujo. Al principio, esto puede resultar chocante. Te encuentras en Artespray una tienda de manualidades y bellas artes, comprando pinturas y pinceles, en lugar de acudir a la carnicería, pescadería o frutería, a comprar ingredientes.

Tras este choque imprevisto, el cocinero en ciernes, comprende la situación. Para crear grandes platos, es necesario tener en cuenta algunos aspectos meramente artísticos y, por lo tanto, estéticos. Saber conjugar los ingredientes en base a sus colores, texturas y composición nutricional, es clave para atraer a los comensales. Como sucede con una buena obra de arte, materiales de elección, texturas, colores, líneas… se crean con una finalidad expresiva.

No en vano, tanto chef como artistas, utilizan sus medios, con objeto de contar historias, evocar emociones y transmitir ideas. Además de deleitar a los sentidos y hacer que los comensales, disfruten con este arte. La colaboración interdisciplinaria entre arte y gastronomía, abre nuevas vías que permiten explorar conceptos como la textura, el color y la forma en el plato, ejerciendo como lienzo.

Al unir sus fuerzas y talento, chef y artistas expanden sus límites, desde lo que se considera arte culinario hasta las experiencias gastronómicas únicas, en las que se estimulan todos los sentidos del comensal, como sucede cuando se visita una exposición artística.

Esto nos lleva a la sinestesia que permite explorar esta combinación. Dado que se trata de un fenómeno en el que estimular un sentido, lleva al comensal a gozar de una experiencia sensorial involuntaria de otro sentido, los chef y artistas, colaboran para crear esos platos que, no solo se degustan, se ven y escuchan, siendo un desafío para la percepción convencional. Esto ofrece a los comensales una experiencia culinaria inmersiva de máximo nivel y disfrute.

Sin embargo, todo esto va más allá de la creatividad y el arte. En algunos restaurantes, la gastronomía se aborda desde otro prisma de mayor complejidad: la ciencia. Seleccionar ingredientes que pasan por unos criterios de calidad y frescura de mayor rigor, mientas que se perfeccionan las técnicas de cocción y cocinado con la mayor meticulosidad, garantizan que cada plato, se convierta en un festín para los sentidos, a la vez que se trata de un fiel reflejo de compromiso. En este caso, con la excelencia.

Existe una colaboración cada vez mayor entre chef y artistas, llevando el arte gastronómico hasta la máxima innovación, a la hora de presentar los platos y, por supuesto, el entorno en el que se disfrutan. Integrar elementos artísticos en la presentación del menú, transforma el acto de comer y lo convierte en una experiencia envolvente, que sumerge a los comensales en otra dimensión. Por lo que el máximo detalles del entorno, influye en la narrativa o historia que cuenta cada plato.

Lograr está innovación, es algo que se hace utilizando técnicas de iluminación, sonido y diseño espacial convirtiendo el espacio en una extensión de cada plato, lo que amplía la experiencia gastronómica traspasando los límites que marca la mesa.

Un futuro muy artístico para la gastronomía

No todo el mundo puede permitirse estas experiencias. Tenemos que ser claros al respecto, puesto que disfrutar de una experiencia gastronómica de nivel artístico como estas a las que hemos hecho alusión, no está al alcance de cualquiera. La colaboración que se produce entre chefs y artistas, redefine la cocina y el estudio, estableciendo un dialogo culturar de lo más profundo y significativo. Es a través de estas relaciones creativas, donde la gastronomía y el arte, evolucionan, traspasan barreras y ofrecen posibilidades que permiten experimentar y apreciar tanto el arte como la gastronomía. Lo que promete llevar a los comensales a lugares inexplorados, en los que la expresión y la percepción no hacen otra cosa que expandirse.

Sin embargo, como decíamos, no se trata de experiencias de las que todo el mundo pueda disfrutar. No todos los bares o restaurantes, ofrecen experiencias gastronómicas estratosféricas que nos llevan a otros mundos a través del arte. Esto no quiere decir que el arte no se encuentre presente en todos los espacios gastronómicos. Cada plato, sea del tipo que sea, se orquesta con una finalidad: atraer la mirada del comensal. Poco importa que se trate de unas verduras a la plancha o una hamburguesa. El arte impera en la mayoría de los platos que se nos ponen delante.

Incluso en nuestros hogares, solemos jugar a componer los platos en función de su vistosidad. Sobre todo, cuando tenemos invitados. Como dicen los grandes chef, la gastronomía (en todos sus aspectos) es arte. Si hablamos con precisión, podemos decir que es arte porque involucra la técnica, conlleva un proceso creativo y, se ejecuta. Más allá de la estética a la que tanto aludimos, se trata de una expresión del tiempo, una representación cultural que ejerce como testimonio de la historia. En algunos restaurantes, se pueden degustar platos que representan a la burguesía del parís del siglo dieciocho, en otros, se los platos, son un fiel reflejo de la sociedad trabajadora.

Los diferentes platos, provocan y hacen evocar emociones. Son incontables los momentos en los que arte y gastronomía se encuentran, dejando ver que su relación intrínseca se muestra como expresión sociocultural. Por lo que vamos a dar un paseo por el arte que se vale de la gastronomía para captar la atención y provocar esas mismas emociones en el espectador.

Si nos vamos a los años cincuenta del pasado siglo, el pop art, cuenta con una serie de representaciones artísticas en las que la comida chatarra o basura, cobran fuerza. Los artistas del momento, hablan de consumismo, producción en masa y las consecuencias de estas acciones. Para hacerlo de forma eficaz, representan en sus obras los alimentos básicos que no faltaban en la despensa. Todos tenemos en la memoria es lata de Sopa Campbells que Andy Warhol encumbró.

Otros artistas pictóricos, llenaban sus lienzos con alimentos de la tierra, el mar o la montaña, mostrándolos en mesas repletas de los mismos, a punto de ser degustadas por los comensales. Como icono de la gastronomía en la pintura, podemos citar las numerosas representaciones de la última cena, en las cuales siempre se encuentran presentes, el pan y el vino.

No solo la pintura utiliza la gastronomía para embellecer sus obras, la escultura es perfectamente capaz de recrear, con diferentes materiales y técnicas, platos culinarios en tres dimensiones. Basta con visitar exposiciones de arte para comprobar como la gastronomía está presente en más ocasiones de las que podamos imaginar. Sea en clara representación de un plato o alimento, sea como complemento de la escena recreada.

Por último, no podemos olvidar como la gastronomía se cuela en la literatura o el séptimo arte. Los libros dedicados a la cocina, recetarios o como tema central de las novelas, son por igual, incontables. Del mismo modo que en el mundo del celuloide, no puede faltar la gastronomía, presente en prácticamente todo momento, no siempre como protagonista indiscutible, a veces tan solo para transmitir un mensaje o como mero elemento de atrezo.

Como fuere, no se puede negar que la fusión de arte y gastronomía es tan inevitable como necesaria, tanto si somos conscientes de su existencia como si no nos hemos parado a pensar en ello.

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